martes, 9 de septiembre de 2014

Natalia Cacchiarelli: Ritmos y estructuras


A mediados de marzo 2014, Natalia Cacchiarelli fue entrevistada en Artes Combinadas; el audio está disponible aquí
https://archive.org/details/ArtesCombinadasPrograma2EntrevistaNataliaCacchiarelli


 V Verlichak, A propósito de la muestra de Cacchiarelli en The Mission Projects, Chicago, V Verlichak escribió un texto en el catálogo.

Cadencias y vibraciones en el regocijante trabajo de Natalia Cacchiarelli (Argentina, 1971), que enciende la mirada y desata inesperadas asociaciones. Ajenas a todo intento de representación, sus obras irradian una estética de lo mínimo e indagan acerca de la naturaleza misma de la pintura. Las minuciosas exploraciones de variaciones cromáticas y la búsqueda en el perfeccionamiento de la línea y la forma sugieren obsesión y repetición, condimentadas con una admirable perseverancia.

Son dos conjuntos de piezas, con elementos de la geometría, que compendian una concurrente apariencia tan oscilante como estable, generando sutiles variaciones y notables impresiones. En Degradé, el ordenamiento a intervalos regulares de franjas verticales de tela, en una pared de fondo blanco, conversa con las obras de inquietas rayas e hipnóticas cuadrículas de la serie "Vértigo", creando gran impacto sensorial. Dispuesta a la manera de un puzzle, la instalación "Triángulos" extiende ondulaciones en la pared de enfrente.

En su búsqueda de síntesis, la artista opta por la reducción de los elementos formales y persiste en una pintura en el plano. Los afilados contornos de las austeras bandas que llegan al piso -con tonos que remiten a la arena volcánica de algunos lugares de la Patagonia- hacen crecer la sensación de volumen, mientras que las falsas perspectivas de sus composiciones geométricas en negro, azul y dorado, y sus matices, resultan en vivaces efectos ópticos. 



Así, las impecables líneas de colores proponen una progresiva variación tonal a partir del profundo azul, del neutro negro y de derivados del ocre, como el dorado, que convergen hacia el fondo del plano simulando profundidad pero, al mismo tiempo, alterando adrede su punto de fuga. La reiteración en serie de un mismo motivo plástico, las tenues o acentuadas mutaciones de medidas y colores, establece un diálogo retinal entre la obra y la mente del espectador que la reconstruye, según sus variables anímicas y culturales. Así, Cacchiarelli recrea dinámicas expresiones que emanan un inexplicable entusiasmo.

La artista expande la paleta de colores en la decena de piezas individuales de distintos tamaños, emplazadas a la manera de un rompecabezas. La suma de éstas redobla la experimentación y la creación de nuevas huellas y, en ese sentido, espeja la destreza lograda en los diseños de las pinturas instaladas. La artista perfecciona el simulacro en esos palpitantes y desiguales sectores monocromos plenos, cuya lógica oculta rompe la serialidad y estimula la contemplación. Las figuras triangulares de distintos colores que conviven y confrontan dentro de todas las telas producen una serena y melódica agitación.



Las abstracciones de Cacchiarelli resumen una sencillez que no es tal e instauran armónicos territorios de equilibrio. Ese orden no clausura sino que inaugura espacios de libertad. En los ritmos y estructuras, algunos descubrirán los colores del verano y de los atardeceres que preceden a las tormentas y otros percibirán suaves pirámides o cumbres. Depende del ojo del que mira, quizá estas secuencias de combinaciones pictóricas evocan la búsqueda de lo esencial.


Victoria Verlichak