lunes, 22 de septiembre de 2014

Gómez Canle y Da Rin: Trascienden las etiquetas

Trascienden las etiquetas

Por Victoria Verlichak

Las muestras de Max Gómez Canle y Flavia Da Rin, en los dos espacios de Ruth Benzacar, son las últimas individuales que se presentarán en su afamada sede de la calle Florida. Pero, antes de la mudanza definitiva a una amplia galería de escala “paulista” a fin de año, Benzacar organizará una colectiva de despedida. Artistas destacados en pintura y fotografía, Gómez Canle y Da Rin coinciden en la seriedad de sus investigaciones, las penetrantes atmósferas de otro mundo que reflejan en sus obras y el extremo cuidado en la puesta de sus exhibiciones. Además, luego de haber trabajado con ambos en muestras en Fundación Proa y en Bienal de Cuenca (Ecuador), quien escribe estas líneas puede dar fe del profesionalismo, buen talante y gran talento de ambos.

En “Invasiones mutuas”, las líricas pinturas de Max Gómez Canle (Buenos Aires, 1972) recrean cielos extraordinarios y montañas misteriosas, rodeadas por una flora que no se decide a estallar. En esta ocasión, las pinturas se hallan interferidas por formas de acento geométrico, marcos y varillas de madera dorada a la hoja, paredes que se asoman detrás del agujero de la tela rasgada. Como un mantra el artista repite estas palabras: “Comienzo, pared, marco, pintura, marco, pintura, marco, pared, marco, pintura, marco, marco, marco, pared, fin”, al tiempo que se pregunta si “se puede dar vuelta un cuadro como una media”.

¿Por qué Gómez Canle le otorga tanta importancia a estas intercepciones?
“Quiero poner en cuestión a la pintura”, dice el artista, concluyendo que en esta exhibición “los cielos inanimados observan la tierra en movimiento y un arco iris sostiene el peso de una sombra”. Sí, Gómez Canle toma el camino más difícil; incomoda al espectador interponiendo abstracciones a las subjetivas pinturas. El artista se arriesgó y el resultado es apasionante. Este es el mismo artista que en 2009 exhibió una gigantografía de su obra “Ventana” en la fachada del Edificio Del Plata sobre la Avenida 9 de Julio en Buenos Aires.



















En “Terpsícore entreguerras” Flavia Da Rin (Buenos Aires, 1978) vuelve a utilizar su propia imagen pero esta vez cambia los colores y grandes formatos de sus piezas anteriores por íntimas imágenes en blanco y negro; Terpsícore es la musa de la danza. Da Rin va al encuentro de osadas mujeres que entre los años 1918 y 1939 participaron desde la danza en las vanguardias históricas: Lizica Codreanu (bailarina rumana de los Ballets de Russes de Diaghilev, cautivó a Brancusi y a Sonia Delaunay); Giannina Censi (italiana, interpretó la danza futurista); Mary Wigman (alemana, musa de la danza expresionista); Valeska Gert (bailarina, actriz, estrella del cine y cabaret berlinés); Martha Graham (pionera de la danza moderna)
Las asombrosas fotografías –y las espléndidas personificaciones de la artista– capturan los elegantes e inverosímiles movimientos, el eclecticismo de las coreografías, la vitalidad y creatividad, los vínculos de las bailarinas con las artes visuales. En las fotos, esbelta y grácil, Da Rin viaja al costado gozoso de un pasado que –aún con el ascenso del fascismo y la crisis económica– revolucionó las artes (dadaísmo, constructivismo, surrealismo, futurismo, modernismo) y anidó una bohemia tan complicada como deslumbrante.




A las escondidas

Aún cuando Jorge Macchi (Buenos Aires, 1963) estuvo mostrando pinturas a comienzos de este año en Ciudad de México y Basilea, sus óleos sobre tela recién llegaron en junio/julio a Buenos Aires. Vale la pena subrayar este hecho porque, dejando de lado por un momento las instalaciones, videos, dibujos, esculturas, ideas conceptuales, por las que es muy reconocido, en la Argentina no exhibía pinturas por lo menos desde hace dos décadas. En “Memoria externa”, en Ruth Benzacar, Macchi reveló seis potentes óleos gran tamaño, que escondían tanto como mostraban invitando a dejar volar la imaginación.