martes, 16 de septiembre de 2014

Le Parc: Alegres destellos

Por Victoria Verlichak

Reconocido internacionalmente como figura central del lenguaje cinético, Julio Le Parc es un consagrado artista, investigador del movimiento y de la luz. La presencia de Le Parc en la inauguración de la espléndida intervención artística, realizada en Plaza de las Artes de Galerías Pacífico (Viamonte y San Martín) a fines de octubre, trajo nuevamente a primer plano el nombre del multipremiado artista, que vive en París desde 1958, con su mujer, la artista Martha Le Parc, y tres hijos.

Trampas para el ojo en estas dos piezas que conversan en el espacio, inducen a “la inestabilidad de la visión y desafían la mirada habitual” y maravillan a los visitantes con sus juguetones resplandores, provocando sorpresas y sonrisas.

El principio


 Julio Le Parc nació en Mendoza en 1928. No recuerda bien la historia, porque quizá nunca se la llegaron a contar del todo. Sí sabe que su abuelo Le Parc cruza el océano desde Francia, toma un tren en Buenos Aires en dirección oeste y se baja donde termina la vía, en la entonces villa de Rivadavia en el centro norte de la provincia de Mendoza. El abuelo llega a la zona a comienzos del siglo pasado; tiene alrededor de 40 años y enseguida se casa con una mujer de 18. A los pocos meses él muere, dejando sola a la joven con un hijo en camino. “Mi padre nace en 1904 y también fallece relativamente joven; aún tengo parientes en Mendoza, donde estuve por última vez en 2007”, cuenta el artista, elegante y vital como la catarata de movimientos y reflejos que emanan de sus bellas obras que lo rodean mientras habla.

Con su madre Angelia, y dos hermanos más, se establecen en Buenos Aires cuando Le Parc tiene 13 años y mientras trabaja para ganarse la vida entra en la Escuela Preparatoria que queda en Cerrito, donde conoce las propuestas de Lucio Fontana, profesor en dicha institución y creador del “espacio ilusorio” mediante perforaciones reales en el plano pintado. También se interesa por los artistas concretos, que deseaban cortar con el establecido arte figurativo y con la representación de la realidad y con cualquier huella de subjetividad.

Obrero de una marroquinería, vinculado con el anarquismo, deja la enseñanza formal en 1947, no sin antes conocer los trabajos murales de las Galerías Pacífico realizados en 1946. “Los muralistas fueron parte de mi formación como artista; veníamos a curiosear con mis compañeros mientras pintaban los murales”. Pero, tras años de meditación y rebeldía, ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes en 1954 dispuesto a intentar modificar a algunos parámetros del mundo del arte. Le Parc lucha con sus compañeros por modificar la enseñanza del arte, insiste en desmitificar al artista y a la creación artística -que considera sobrevaluada-, incorporando al espectador como parte fundamental de la obra. ¡Y vaya si lo hizo!

Adivina pelirroja

“Cuando tenía 17 años, tras leer mi mano, una mujer pelirroja me augura viajes y éxito y acierta”, dice el artista. Tras ganar una beca del gobierno francés en 1958, Le Parc se instala en París donde encuentra a Latinoamérica y entra en contacto con Victor Vasarely, Georges Vantongerloo, entre otros, al interesarse en la exploración de la percepción a través del OP Art. El arte óptico crea la ilusión de movimiento por la repetición en serie de un mismo motivo plástico, por las sutiles variaciones en tamaño, forma o series en distintos fondos. Así, Le Parc comienza sus experiencias en pinturas que establecen una ilusión óptica, un diálogo retinal entre la obra de colores y formas vibrantes y la mente del espectador que las reconstruye, condicionada por factores anímicos y culturales.


En 1960, Le Parc funda en París el Groupe de Recherche D’Art Visuel junto a Hugo Demarco, Horacio García Rossi, Francisco Sobrino, Jöel Stein, Jean-Pierre Yvaral, Sergio Moyano Servanes, Francisco García Miranda, entre otros. Se trata de seguir con las exploraciones ópticas, incorporando luego el movimiento y la decisiva participación en la obra del espectador, que se transforma en “sujeto de observación para otros espectadores”.

El arte cinético de los ‘60 nace de la curiosidad estética y científica. Los artistas no se conforman con representar el movimiento, quieren presentarlo directamente. La obra cinética se caracteriza principalmente por poseer partes que se mueven a través de mecanismos motores o manuales, por efectos ópticos y lumínicos, y por las investigaciones para lograr el movimiento, que el viento impulsa en las esculturas al aire libre. Desplazamientos y rotaciones, conceptos físicos y matemáticos, nuevos materiales y efectos para crear obras que, entre una apariencia de inestabilidad y perfección, carecen de un estilo en común y parecen máquinas, partes suspendidas de una escultura o relieves discontinuos. Le Parc sobresale realizando cajas de luz con movimiento, pero no abandona la pintura y obtiene el Gran Premio Internacional de Pintura en la Bienal de Venecia (1966).

A lo largo de su extensa y célebre trayectoria nunca olvida su origen proletario. No sólo participa en manifestaciones y denuncias políticas, sino que confirma que sigue rompiendo categorías y hace suyo el compromiso -firmado con los artistas del Grupo de Investigación de Arte Visual- de cuestionar el papel del arte y del artista en la sociedad. “La noción del artista único e inspirado es anacrónica. (…) La obra, estable, única, definitiva, irremplazable, va en contra de la evolución de nuestra época. Debe cesar la producción en exclusividad para el ojo culto (…). El ojo es nuestro punto de partida”. Por eso también se siente gratificado por los calurosos saludos de las personas que, sin formar parte del mundo del arte, lo saludan y agradecen por sentirse enriquecidos ante su magnífica obra.

A los 82 años, Le Parc está repleto de proyectos para los años venideros, tanto en Los Angeles, Washington, Nueva York, como en Londres. Mientras Continuel Lumiere (1963 /2007), pieza de 18 x 7 metros de la Colección Ella Fontanals Cisneros-Foundation CIFO, Miami, sigue girando por Alemania, se anuncia un proyecto -junto a Fundación YPF- de escultura monumental en Puerto Madero en 2011 y se confirma que Le Parc Lumiere será la muestra inaugural de Casa Daros (filial latinoamericana de Colección Daros, Zurich) en 2012 en Río de Janeiro, Brasil.




En las Galerías Pacífico

Los trabajos recientemente instalados en Galerías Pacífico, confirman que sus obras son capaces de trasformar a quienes las admiran. Rinden un homenaje a los integrantes del Taller de Arte Mural -Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino, Manuel Colmeiro, Lino Enea Spilimbergo y Demetrio Urruchúa-, que pintaron en la década del ’40 la cúpula central (450 m2 de superficie) del piso inferior del edificio.

Imponente, Móvil Transparente es una obra de grandes dimensiones -una forma cúbica de aproximadamente 6 metros de diagonal- compuesta por 1561 piezas de acrílico transparente (20 cm. de lado cada una), que centuplican y hacen bailar a las luces y formas del entorno.

Misteriosa, Traslación aparece en forma de caja negra que ampara las proyecciones de las pinturas murales de Galerías Pacífico, vistas de forma realista en dos lados de los lados de la caja y con sus imágenes fragmentadas y multiplicadas en el frente y la parte posterior. La “traslación” es doble, no sólo “sube” las imágenes murales de la cúpula sino que invita al espectador a mirar los espacios que transita a diario de otra manera. Curada por Cristina Rossi y producida por Lía Cristal, la instalación es auspiciada por el Ministerio de Cultura y el Ente de Turismo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, junto con Galerías Pacífico.


V.V.