martes, 30 de septiembre de 2014

Lo mejor de Bioy

A propósito de la muestra “Bioy fotógrafo. El lado de la luz” en el Centro Cultural San Martín, VVerlichak recordó aquella entrevista que tuvo la oportunidad de hacerle a Bioy y evocó su ironía y su afabilidad tanto como las gigantescas bibliotecas de su piso de la calle Posadas.

Asimismo, recordó el dolor que expresó entonces Bioy Casares por la partida de su gran amigo Borges a Ginebra tan sólo seis meses antes de su muerte, en 1986. Según el escritor, ese no fue el deseo de Borges sino una manipulación de María Kodama para alejarlo de sus amigos.

Décadas pasaron desde el momento de la entrevista y, por esas cosas del tiempo, no pudimos hallar la entrevista. Es que en esos años todavía se hacía todo en papel.

En su lugar, publicamos una nota aparecida en Noticias el 2 de agosto de 1992, cuando Bioy Casares tenía 78 años.

Por Victoria Verlichak


Cuando el año pasado Adolfo Bioy Casares recibió el Premio Cervantes -la máxima distinción de las letras en idioma español- fue agasajado por el Rey Juan Carlos I, por los académicos, por los escritores y por la prensa de España. “Uno de los más importantes narradores de nuestro siglo”, dijeron con justicia y generosidad.

El escritor argentino, sereno, algo tímido y contento, seguramente agradeció a todos con su característica elegancia. Pero nadie se hubiera ofendido si hubiera destinado su entusiasmo mayor y su humor mejor a la aparición de “La invención y la trama”, publicado por la editorial Tusquets en coincidencia con el premio.

“La invención y la trama, maravilloso volumen con selección, introducción y notas de Marcelo Pichon-Rivière, presenta las obras escogidas del excelente narrador. La cuidada y erudita edición organiza la literatura y la visión de Bioy Casares. Son 762 sólidas páginas con “lo mejor de Bioy Casares”. Pichon-Rivière más que acierta cuando en una apretada frase dice que la parábola que propone la obra de Bioy Casares es “de las historias prodigiosas a las historias desaforadas”. Porque “en la luz trémula de lo supuestamente cotidiano el bárbaro romance continúa su gesta”.

Después del éxito en la Argentina de “Una muñeca rusa”, su último libro de relatos -poblados de humor, desasosiego, delirios y realidades, monstruos y monstruosidades-, aparecido el año pasado, muchos lectores se quedaron esperando más. “La invención y la trama” es un formidable recorrido por los casi 20 libros (*) -cinco novelas, 10 de cuentos, uno de crítica literaria, un ensayo sobre la pampa y los gauchos, un diccionario del argentino exquisito- del autor de la consagratoria “La invención de Morel”, la fantástica novela publicada en 1940.

Dividido en seis partes, el libro permite seguir sus obsesiones, cotejar sus demonios, descubrir su fino humor, encontrar al inventor y conocer al autor. Encierra una lectura para cada momento: aforismos, versos, relatos brevísimos, ensayos, novelas, cuentos. La autocronología que aparece a partir de la página 742 es deliciosa. Allí aparecen Silvina Ocampo y Jorge Luis Borges, claro. Figuran sus amigos, sus lecturas y escritos, qué y quién le importa: lo sutil hecho arte. V.V.



* Hay que recordar que este texto fue escrito en 1992.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Año de conmemoraciones


Año de conmemoraciones, nacimiento de Marguerite Duras, Octavio Paz, Julio Cortázar, en este 2014 se cumplen también 100 años del nacimiento de Adolfo Bioy Casares, autor inolvidable de “La invención de Morel” (inspiración de la película “El año pasado en Marienbad”, de la serie “Lost”) entre otros textos, junto al monumental “Borges”, testimonio que lo muestra como un gran memorialista, relator de una amistad y de un tiempo real y literario de la Argentina.

Bioy Casares -fallecido en 1999- desarrolló entre fines de la década de 1950 y principios de la de 1970 una incesante actividad fotográfica.

Esta faceta desconocida del escritor, Premio Cervantes 1990, se refleja en “Bioy fotógrafo. El lado de la luz” (en el marco del encuentro “Fantástica BA”) con imágenes seleccionadas por Daniel Martino, curador de la muestra y de su obra literaria.

Son fotos familiares inéditas como las tomadas a su mujer -la escritora Silvina Ocampo-, a sus hijos, a Victoria Ocampo, a Borges, y a otros colegas como Cortázar o Manuel Mujica Láinez, a sus amores, paisajes urbanos, vistas de su estancia, de sus viajes, autorretratos como la selfie avant la lettre tomada en su casa de la calle Posadas.

Antesalas C y D y Hall salas A B - Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551.

Al 11 de octubre; lunes a domingo de 14 a 21, con entrada libre y gratuita. V.V.



                               

jueves, 25 de septiembre de 2014

Momentos de intensidad

Por Victoria Verlichak

Las tres piezas de la videoinstalación “Estado de emergencia” de Charly Nijensohn -con 12 proyecciones sincronizadas, acompañadas por un sonido inmersivo- parecen explorar límites terrenales y aventuras existenciales, tienen en el centro el hombre y a la naturaleza, con las contingencias del clima y el agua presente en todos sus estados. ¿Búsqueda metafísica, denuncia ecologista, confrontación entre el hombre y la naturaleza?

-En “El naufragio de los hombres” (2008, Salar de Uyuni, Bolivia) la lluvia torrencial (entre enero y febrero) en el Salar de Uyuni, a 3.000 m. sobre el nivel del mar, genera un mágico espejo natural que se extiende a lo largo de toda la línea de horizonte; contó con la participación de la comunidad aimará del pueblo de Colchan (Bolivia). Dirigida por Charly Nijensohn.; en colaboración con Juan Pablo Ferlat, Teresa Pereda & Edgardo Rudnitzky. Con la participación de: Florencio & Eduardo Quispe Mamani, Daniel, Jaime, Fanor & Ruben Quispe Flores, Francisco & Gustavo Nina.




martes, 23 de septiembre de 2014

Para no olvidar: los 280 días de la CONADEP

“Los 280 días. Del 15 de diciembre de 1983 al 20 de septiembre de 1984” de la CONADEP es la muestra que se exhibe en Sala E del Centro Cultural San Martín, a propósito de los 30 años de la descomunal tarea de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. El sábado pasado, en “Parece que viene bien” -el programa de Pablo Gorlero, los sábados de 17 a 20 hs., en La Once Diez (Radio Ciudad, AM 1110)-, V Verlichak invitó fervientemente a verla. Dirigió sus palabras especialmente a los oyentes menores de 40 años. El informe -basado en los testimonios recabados durante esos 280 días, fue entregado por Ernesto Sabato (quien presidió la CONADEP) al entonces presidente Raúl Alfonsín (que decretó la creación de la Comisión) y dio origen al libro “Nunca Más”. En Sarmiento 1551; lunes a domingo de 14 a 21; al 30/10, entrada gratis. Ver más…

Los 280 días de la CONADEP

La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas -CONADEP- fue creada por decreto del Presidente Raúl Alfonsín, apenas asumió, el 15 de diciembre de 1983. Desde ese día, hasta el 20 de septiembre de 1984 -280 días- su trabajo se alojó en el segundo piso del Centro Cultural San Martín.

Necesaria, didáctica y visual, “Los 280 días. Del 15 de diciembre de 1983 al 20 de septiembre de 1984” exhibe:

-1- Una línea histórica desarrollando mes a mes los sucesos históricos y los inconvenientes que enfrentó.


lunes, 22 de septiembre de 2014

Gómez Canle y Da Rin: Trascienden las etiquetas

Trascienden las etiquetas

Por Victoria Verlichak

Las muestras de Max Gómez Canle y Flavia Da Rin, en los dos espacios de Ruth Benzacar, son las últimas individuales que se presentarán en su afamada sede de la calle Florida. Pero, antes de la mudanza definitiva a una amplia galería de escala “paulista” a fin de año, Benzacar organizará una colectiva de despedida. Artistas destacados en pintura y fotografía, Gómez Canle y Da Rin coinciden en la seriedad de sus investigaciones, las penetrantes atmósferas de otro mundo que reflejan en sus obras y el extremo cuidado en la puesta de sus exhibiciones. Además, luego de haber trabajado con ambos en muestras en Fundación Proa y en Bienal de Cuenca (Ecuador), quien escribe estas líneas puede dar fe del profesionalismo, buen talante y gran talento de ambos.

En “Invasiones mutuas”, las líricas pinturas de Max Gómez Canle (Buenos Aires, 1972) recrean cielos extraordinarios y montañas misteriosas, rodeadas por una flora que no se decide a estallar. En esta ocasión, las pinturas se hallan interferidas por formas de acento geométrico, marcos y varillas de madera dorada a la hoja, paredes que se asoman detrás del agujero de la tela rasgada. Como un mantra el artista repite estas palabras: “Comienzo, pared, marco, pintura, marco, pintura, marco, pared, marco, pintura, marco, marco, marco, pared, fin”, al tiempo que se pregunta si “se puede dar vuelta un cuadro como una media”.

¿Por qué Gómez Canle le otorga tanta importancia a estas intercepciones?

jueves, 18 de septiembre de 2014

Gumier Maier, Un artista intermitente














Una celebración.
El Rojas (Av. Corrientes 2038) cumple 30 años de su creación y sigue desarrollando sus espacios de teatro, literatura, múltiples cursos abiertos a la comunidad. La Galería del Rojas se inauguró 13 de julio de 1989 con la instalación de Liliana Maresca (1951-1994): “Lo que el viento se llevó”.
A continuación el capítulo dedicado a Gumier Maier en el libro “El ojo del que mira. Artistas de los Noventa” (Fundación Proa, 1998), de V Verlichak, que comienza así: “Algo mayor que los otros integrantes de este libro, Gumier Maier se halla en una categoría aparte. Artista, fue el curador de la Galería del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires durante los años constitutivos de un importante grupo de artistas”.


Por Victoria Verlichak

Algo mayor que los otros integrantes de este libro, Gumier Maier se halla en una categoría aparte. Artista, fue el curador de la Galería del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires durante los años constitutivos de un importante grupo de artistas.

Lo conocí primero como una firma en la revista “El Porteño” en la década del Ochenta, durante los primeros años de la recuperación democrática. Me llamó la atención por su discurso franco y disparatado, incisivo y abierto a la polémica, al debate de ideas.

Entonces no sabía que Gumier canta boleros como ninguno, ni tampoco que su visión sería decisiva en el desarrollo del arte de los Noventa. Le perdí la pista y lo volví a encontrar como curador del Rojas, como vulgarmente llamamos a la galería de Corrientes 2038. 

Al promediar su experiencia como curador, ya para entonces el afecto de muchos y su bien ganada fama lo precedían. Imagino que con una sonrisa, entre tierna y sarcástica, soportó la negación tanto como el reconocimiento del espacio que supo cuidar. Vio multiplicar el efecto de su tarea, al confirmar que muchos de los artistas elegidos caprichosamente por él, pasaron a engrosar las filas de expositores de lugares de prestigio como el ICI, el Museo Nacional de Bellas Artes, las galerías Ruth Benzacar y Aninna Nosei, de Buenos Aires y Nueva York.

Se despidió de su trabajo como curador presentando “El Tao del Arte” (1), una liberadora y provocadora muestra con la obra de 24 artistas, que exhibieron en la galería cuando él era su director. La exposición, en el Centro Cultural Recoleta, no solo resumió la propuesta estética albergada por Gumier -un trabajo en los bordes, nada declamatorio y sin una voluntad crítica deliberada- sino que recogió la vitalidad de parte del arte de los años Noventa. Gumier nunca pretendió arrogarse un copyright o imponer una línea, aún cuando es un feroz defensor de su tarea. Al margen y/o a pesar de sus intenciones, estiró los límites del arte,

martes, 16 de septiembre de 2014

Le Parc: Alegres destellos

Por Victoria Verlichak

Reconocido internacionalmente como figura central del lenguaje cinético, Julio Le Parc es un consagrado artista, investigador del movimiento y de la luz. La presencia de Le Parc en la inauguración de la espléndida intervención artística, realizada en Plaza de las Artes de Galerías Pacífico (Viamonte y San Martín) a fines de octubre, trajo nuevamente a primer plano el nombre del multipremiado artista, que vive en París desde 1958, con su mujer, la artista Martha Le Parc, y tres hijos.

Trampas para el ojo en estas dos piezas que conversan en el espacio, inducen a “la inestabilidad de la visión y desafían la mirada habitual” y maravillan a los visitantes con sus juguetones resplandores, provocando sorpresas y sonrisas.

El principio


 Julio Le Parc nació en Mendoza en 1928. No recuerda bien la historia, porque quizá nunca se la llegaron a contar del todo. Sí sabe que su abuelo Le Parc cruza el océano desde Francia, toma un tren en Buenos Aires en dirección oeste y se baja donde termina la vía, en la entonces villa de Rivadavia en el centro norte de la provincia de Mendoza. El abuelo llega a la zona a comienzos del siglo pasado; tiene alrededor de 40 años y enseguida se casa con una mujer de 18. A los pocos meses él muere, dejando sola a la joven con un hijo en camino. “Mi padre nace en 1904 y también fallece relativamente joven; aún tengo parientes en Mendoza, donde estuve por última vez en 2007”, cuenta el artista, elegante y vital como la catarata de movimientos y reflejos que emanan de sus bellas obras que lo rodean mientras habla.

Con su madre Angelia, y dos hermanos más, se establecen en Buenos Aires cuando Le Parc tiene 13 años y mientras trabaja para ganarse la vida entra en la Escuela Preparatoria que queda en Cerrito, donde conoce las propuestas de Lucio Fontana, profesor en dicha institución y creador del “espacio ilusorio” mediante perforaciones reales en el plano pintado. También se interesa por los artistas concretos, que deseaban cortar con el establecido arte figurativo y con la representación de la realidad y con cualquier huella de subjetividad.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Martha Peluffo: Tus pies no pisarán más la tierra




Apasionada, Martha Peluffo es una artista con una notable producción que merece una nueva e interesada mirada. Su muerte antes de cumplir los cincuenta años silencia una floreciente trayectoria artística y corta una vida coloreada por sus amores, que le traen tanto fulgores como dolores. Unos años antes del final, la artista borronea, melancólica, un poema en el que añora volar “libre y móvil”, sabiéndose desprovista de “poder” e intuyéndose sin retorno. “Cuando des el salto / volarás / y tus pies no pisarán más la tierra (…) / de agresión y de sufrimiento”, deja escrito en letra pareja y tensa, quizá pensando en la muerte, y retomando el tema del “vuelo”, metáfora central de una provocativa serie de dibujos y pinturas.

Aun cuando comienza a ser conocida a partir de la segunda mitad de la década del cincuenta, saltando entonces inusualmente a la esfera pública, y desarrolla una trayectoria profesional de casi treinta años, ella y su trabajo han quedado identificados en el imaginario de cierto público principalmente con los años sesenta, porque su protagonismo fue entonces tan excepcional como su tarea. En efecto, su figura puede ser comprendida como un emergente de esos años, quizá también porque su vida es igualmente utópica y neorromántica, tal como suele ser caracterizada esa década.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Fabio Kacero: Mi obra no soy yo

La tercera muestra reseñada por V Verlichak en “Parece que viene bien” (el programa de Pablo Gorlero, los sábados de 17 a 20 hs, en La Once Diez (Radio Ciudad, AM 1110), fue “Fabio Kacero. Detournalia”, con la producción del artista entre 2001 y 2013. En este desvío (detour) de su trabajo, se reencontró con la escritura, utilizando las palabras como material de sus nuevas obras. A continuación el capítulo dedicado a Kacero (que repasa su vida y obra hasta 1998) en el libro “El ojo del que mira. Artistas de los Noventa”, de V Verlichak. Las fotos que acompañan el texto pertenecen a la etapa reseñada en el libro.

Fabio Kacero: Mi obra no soy yo

Por Victoria Verlichak


Fabio Kacero reemplaza ciertos gestos de la pintura con objetos. Le gusta la sobriedad. Las estridencias lo abruman. Su trabajo se presenta breve. Esa síntesis aparece tanto en sus objetos grandes acolchados como en los pequeños con transparencias. Hay un despojamiento que es inversamente proporcional al complicado proceso de producción de los objetos de gran tamaño. El entrenamiento del desprendimiento requiere un enorme trabajo y Kacero lo hace.


En su curriculum figuran pocas individuales, las suele postergar porque en realidad no soporta la presión de enseñar, estar y hablar. El Rojas y Benzacar lo han exhibido repetidamente. La sobrecomunicación de las inauguraciones lo enferma. Se enferma, en serio. Esto no quita que igual, aunque más espaciadamente, las lleve a cabo, como la que actualmente se exhibe en la galería de Kravets-Wehby en Chelsea, Nueva York (1998).

Fue con el artista que más horas grabé, porque es al que más le cuesta comunicarse. Sus dudas y silencios son legendarios. “Es que descarto, tacho, tacho”, aclara. Precisamente fue su reserva lo que me llamó la atención durante una comida en lo de Finita Ayerza, en donde todos -Juan José Cambre, Guillermo Conte, Chula Fernández, Guillermo Kuitca, Inés Katzenstein, Martín Rejtman, Adriana Rosenberg- discutíamos y reíamos a unos decibeles imposibles para Kacero. Quieto, Fabio escuchó y comió los ñoquis caseros de Finita.


martes, 9 de septiembre de 2014

Natalia Cacchiarelli: Ritmos y estructuras


A mediados de marzo 2014, Natalia Cacchiarelli fue entrevistada en Artes Combinadas; el audio está disponible aquí
https://archive.org/details/ArtesCombinadasPrograma2EntrevistaNataliaCacchiarelli


 V Verlichak, A propósito de la muestra de Cacchiarelli en The Mission Projects, Chicago, V Verlichak escribió un texto en el catálogo.

Cadencias y vibraciones en el regocijante trabajo de Natalia Cacchiarelli (Argentina, 1971), que enciende la mirada y desata inesperadas asociaciones. Ajenas a todo intento de representación, sus obras irradian una estética de lo mínimo e indagan acerca de la naturaleza misma de la pintura. Las minuciosas exploraciones de variaciones cromáticas y la búsqueda en el perfeccionamiento de la línea y la forma sugieren obsesión y repetición, condimentadas con una admirable perseverancia.

Son dos conjuntos de piezas, con elementos de la geometría, que compendian una concurrente apariencia tan oscilante como estable, generando sutiles variaciones y notables impresiones. En Degradé, el ordenamiento a intervalos regulares de franjas verticales de tela, en una pared de fondo blanco, conversa con las obras de inquietas rayas e hipnóticas cuadrículas de la serie "Vértigo", creando gran impacto sensorial. Dispuesta a la manera de un puzzle, la instalación "Triángulos" extiende ondulaciones en la pared de enfrente.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Alejandro Kuropatwa: Sólo por hoy

Artes Combinadas presenta el capítulo dedicado al fotógrafo argentino Alejandro Kuropatwa, que falleció de sida el 5 de febrero de 2003 en Buenos Aires; acababa de cumplir 47 años. Desde hace años que era una figura reconocida de la escena local por su fotografía insolente, placentera e incómoda y por sus gestos políticos vinculados con su enfermedad.
Su última muestra, una retrospectiva de 120 fotografías que llamó Manifiesto, se inauguró en junio 2002 en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Hace rato que Alejandro, que había encontrado consuelo en la religión judía, trabajaba sabiendo que era “sólo por hoy”. Era querido y será extrañado.

“El ojo del que mira. Artistas de los Noventa” (Fundación Proa, Buenos Aires, 1998) de Victoria Verlichak.


Alejandro Kuropatwa. Sólo por hoy

Alejandro Kuropatwa es uno de los fotógrafos actuales más interesantes. Por sus implicancias personales y sociales, la semblanza de Alejandro pertenece más a esta década, aún cuando su trayectoria artística comenzó mucho antes.
Como quiera que sea, en estos momentos de frágiles percepciones, Kuropatwa comenzó a existir para mí en 1990, tras el impacto de la muestra “Treinta días en la vida de A.”. Me llevé a casa el libro de tapas azules publicado por Benzacar para la ocasión. Miraba las fotos a menudo, pasaron varios días y yo aún seguía indecisa. Desconfiaba de la fuerte impresión que me causaban. No sabía qué pensar. ¿Las imágenes rayadas eran tramposas y estaban repletas de trucos? La opinión de un psicoanalista amigo, hizo que atendiera a mi emoción. Descubrí que las intrigantes fotos eran verdaderas. Eran audaces e inesperadas apariciones y desapariciones deslizándose frente al desnudo ojo del que mira.
Conocí personalmente a Alejandro unos meses después, cuando fuimos a visitarlo con Orly. Ella quería que yo vea las fotos de su próxima muestra -nadie lo decía pero todos lo pensábamos: ¿sería la última?- en el Rojas, quería que yo publique algo en “Noticias” quería verlo a Alejandro contento. Comimos los deliciosos vareniques que había hecho su mamá. Me acuerdo que en esos días no estaba nada bien, a veces hinchado por los remedios, otras por el acompañante terapéutico. También me acuerdo de un cumpleaños que hizo un domingo al mediodía. Estaba feliz. Allí estaba su padre y una fauna más bien nocturna que se había despertado con esfuerzo para ver al amigo. Eran y son permanentes sus cambios de estados de ánimo. Hay días que es expansivo, ocurrente y otros que no, que no le interesa hablar, recordar detalles, datos, fechas. Según el momento, los tonos disparatados y divertidos se alternan con una voz cansada y monótona.
Entre los almuerzos preparados por Celsa -su hada, como él la llama-, pude tomarle el pulso a una vida llena de ilusión y desesperación. Pude apartar sus tics y su sensación de ser “centro del mundo” para apreciar su humor y coraje, el coraje de estar más solo. No lo dice, pero todos podemos ver que el suyo es un combate duro contra la enfermedad. Lo vi con y sin bigote, más gordo, más flaco. El Kuropatwa de hoy es capaz de gestos políticos y de sensatos ahorros de plata y energía. Exagerado, hay que escucharlo hablar, arrastra algunas palabras y se le nota un perfecto inglés por detrás.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Crónica de una tragedia y retrato de una sociedad

Por Marina Oybin




Las fotografías de Mayra Martell tienen el extraño encanto de volver la ausencia potente presencia. Ensayo de la identidad reúne una serie de fotografías sutiles y -al tiempo- poderosas que Martell viene tomando desde 2005. Hoy sigue trabajando en este proyecto. Sus fotos son huellas, rastros de mujeres asesinadas, víctimas del femicidio y la trata de personas en Ciudad Juárez, Chihuahua, México. 

Martell nació y vivió en Ciudad Juárez hasta los 19 años. Estudió fotografía en EE.UU., Cuba y México. Cámara en mano, ya con 24 años, regresó y se acercó a las familias de las jóvenes desaparecidas. Habló con madres desesperadas, quebradas. Confiaron en ella: le mostraron fotos, álbumes, cuartos intactos desde la desaparición de sus hijas, cartas, camas vacías, ropa guardada con amorosa devoción que -dicen las madres- aún huelen a sus hijas. Este inolvidable ensayo fotográfico, que incluye además de fotos, videos, entrevistas con familiares de las víctimas y con presuntos homicidas es, sin vueltas, un documento sobre la memoria.