lunes, 14 de abril de 2014

El último cigarrillo eterno (No man is an island)

Por Victoria Verlichak, 


Agustin Sirai (La Plata, 1978) estuvo en Artes combinadas con Victoria Verlichak el 20 de marzo, 2014, hablando de su muestra en Praxis de Buenos Aires.


Fragmentos de un texto publicado en el catálogo por Praxis

(…) No existen hombres en esos trozos de bordes imprecisos que flotan… Sí quedan insuficientes rastros de una presencia, que cuando vino la oscuridad acampó en el lugar. (…) Vestigios ligeros que hablan poco de aquel que ahora falta. ¿Llegó un remolino y se lo llevó? Aunque la tempestad se aquietó y tras la noche vino el alba, ese otro aquí no amaneció.

Como el último y eterno cigarrillo del título, la perspectiva de las islas imaginadas por el artista combina un tiempo pasado, presente y futuro. Sin principio ni fin, una acción circular sucede en un escenario casi fantasmagórico. Algo pasó, está pasando, habrá de pasar allí, en esos islotes suspendidos y, quizá, a la deriva.

(…) Mientras que en algunas instancias, las obras describen la llegada de un invierno que mata los colores y deja al suelo yermo -con árboles tristes que perdieron su follaje y se disuelven en la bruma-, en la atmósfera romántica de otros archipiélagos aparecen indicios que desmienten lo inevitable de la catástrofe: despunta la primavera y corre el agua, los pájaros se insinúan y las plantas reverdecen

Ni islas de la muerte ni de las lágrimas, los sutiles trabajos incluso reflejan materia, movimiento y tiempo. A pesar de sus paisajes desolados, las obras aluden a la eternidad y proclaman vida, extinciones y renacimientos.




Los conjuntos solitarios (otro oxímoron) creados por el artista bien pueden ser vistos como metáforas de las relaciones humanas. Al considerar las conmovedoras y penetrantes pinturas, el observador -¿deseando, acaso, cambiar las intenciones del artista?- recuerda palabras del poeta metafísico John Donne. “Ningún hombre es una isla, entero en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la Tierra… (…) La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; y por eso nunca quieras saber por quién doblan las campanas; doblan por ti” (Devotions upon Emergent Occasions -Meditation XVII, 1624).


Sirai persiste en la pintura.