sábado, 30 de agosto de 2014

Gaspar Libedinsky, El viaje de la vida


Por Victoria Verlichak
(nota para D&D n. 140)

“Yo hago el moldeado de argumentos que se manifiesta como arte, arquitectura y diseño, materia prima de mis obras que se desarrollan en torno a la temática de la ciudad y la domesticidad, la apropiación del espacio por el individuo y la generación de identidades urbanas”, dice Gaspar Libedinsky (Buenos Aires, 1976).

Cuando estudió en Architectural Association (AA) de Londres generó su propio programa de estudios y siguió una visión situacionista, que contempla el espacio de la arquitectura como psicogeográfico. “Mi tesis de grado fue acerca de las prisiones, la expresión y uso más extremo de la arquitectura”. Así, entre su deambular por la ciudad sin rumbo fijo, paseando su mirada por el espacio urbano y recogiendo señales, y su preocupación acerca de muros perimetrales y disociaciones, Libedinsky sostiene un vínculo de conflicto con la arquitectura. 


Artista y arquitecto, vive seis meses en Buenos Aires y reparte el resto del año entre Nueva York y Londres, donde enseña. Le gusta la vida de barrio tanto como su luminoso departamento de Nuñez, porque allí abrió las cajas y lo llenó con sus cosas, historias de su vida viajera; trabajó en Rótterdam en el estudio de Rem Koolhaas y en Barcelona en Cloud 9.

Usa bicicleta, frecuenta la parrilla de la esquina y el gimnasio de la vuelta, donde corre y hace natación; en el exterior, corre en la calle. Eso sí, su estudio es tan itinerante como él; ahora está en Once en el bsm ARTS building que alberga los talleres de varios artistas.

Obras en diálogo

La reflexión de Gaspar acerca de las jerarquías se verifica claramente en sus “obras textiles”. La escala doméstica de las pantuflas hechas con tejidos de alfombra de la muestra Arquitectura para el cuerpo (Malba), contrasta con la escala del Monumento al hombre común (Centro Metropolitano de Diseño). Esta escultura blanda, izada por una única soga y un sistema de poleas -capaz de ser “desinflada” en un solo movimiento-, conformada por uniformes formales (trajes de vestir usados) se contrapone con los uniformes de Mr. Trapo inspirados en la actividad informal de los “trapitos”, cuyos paños terminaron en Vitraux.

Libedinsky acaba de mostrar su serie Mr. Trapo -primero exhibida en el programa para artistas de Universidad Di Tella / Beca Kuitca- en Nueva York, en galería Praxis de Chelsea, a pasos del Highline. Desplegó esas creaciones de vestimenta masculina confeccionadas con paños de limpieza que cambiaron su destino, renaciendo bajo la forma de ropas deportivas y conjuntos de vestir, en los que queda de manifiesto “el deseo intrínseco del trapo por ser una determinada prenda”. La tarde de la inauguración, Praxis desbordaba de gente y Gaspar estaba feliz jugando de local. Es que trabajó en el estudio Diller Scofidio + Renfro y fue diseñador principal del parque High Line; donde incluso mostró su destreza como malabarista, oficio que aprendió sólo y practicó de chico en Plaza Francia y en calles porteñas. Curioso y osado, el trabajo de Gaspar se nutre de la observación directa de la vida cotidiana y el espacio público.