lunes, 25 de agosto de 2014

Condición de las flores, de Santiago Porter

Línea lejana donde cielo y tierra parecen fundirse, “horizonte” es lema de esta edición ampliada de Encuentros Abiertos - Festival de la Luz, que celebra su 25° aniversario entre el 1/8 y el 30/9. Horizonte es una palabra que augura incluso nuevas perspectivas, un futuro venturoso antes que un límite (que también lo es). La autofoto (selfie) tomada por Bradley Cooper, junto a la presentadora de los premios Oscar y varios actores más, durante la ceremonia de premiación dio la vuelta al mundo en tiempo real y fue compartida más de tres millones de veces vía Twitter, demostrando el imparable camino de la fotografía (y de la publicidad). Con la presentación de 178 muestras en 45 ciudades, de 500 autores provenientes de 31 países, estas jornadas tienen a Chile como país invitado. Organizado por Fundación Luz Austral, con auspicio de gobiernos de Ciudad de Buenos Aires, Salta, Neuquén y San Juan y aprobada por Ley de Mecenazgo del Ministerio de Cultura de BA.

Como Verlichak no vio en ningún listado la obra de Santiago Porter, aquí publica su reseña de ArtNexus N° 93 (2014), a propósito de su última muestra en Rolf Art de Buenos Aires.

Condición de las flores

Bellas, asociadas con rituales tan trascendentes como poderosas, las flores reflejan homenajes y comunican emociones. Elementos, incluso, ornamentales, en sus semillas anuncian el futuro de las plantas y en su corrupción simbolizan el fin de un ciclo. Se sabe, en las sociedades americanas prehispánicas, las flores y sus representaciones ofrecían multiplicidad de sentidos. No es casual que uno de los últimos libros el Mario Bellatin -escritor mexicano, de ascendencia peruana- sea llamado: “Condición de las flores” (2008); suma de momentos, la última entrada está dedicada a Graciela Iturbide.

Artes Combinadas - Santiago Porter Tampoco es casual que Santiago Porter (Buenos Aires, 1971) haya elegido “Tiempo de gardenia”, uno de los breves textos con los que se va hilvanando el volumen de Bellatin, para introducir su muestra individual también llamada “Condición de las flores”. “Pero, a pesar de que en muchas ocasiones los libros no son más que fragmentos esparcidos en el tiempo y en el espacio, siempre busco que contengan en sí mismos una precisión extrema. Trato de que sean lo menos subjetivos posible. Realizo para lograrlo un arduo trabajo de corrección del pequeño rasgo, de la seña que aparece, por lo que generalmente me encuentro con pequeñas piezas pulidas con las cuales, de cuando en cuando, construyo las obras”, escribe Bellatin.

En estas imágenes, Porter mayormente visita el paisaje y trabaja con lo que le ofrece la naturaleza, ahonda en la ausencia y en la descomposición. Presenta dos grupos de obras inéditas, diferenciadas entre sí por el tamaño y una distancia de 15 años. Las pequeñas fotografías en blanco y negro, obtenidas entre 1998-1999, son “pequeñas piezas pulidas” atentas al claroscuro. En tanto, las piezas color recientes, de 2012 y 2013, amplían y enrostran al espectador la percepción de aislamiento y pérdida que permanece y envuelve a ambas series. “Sutiles indicios, pequeños rasgos y señas cargados de belleza que permiten adentrarnos en la búsqueda de una densidad en la superficie, una apuesta a la capacidad de las imágenes más allá de las historias. (…) Lo que esta selección de fotografías y el texto [de Bellatin] tienen en común es tal vez la voluntad de analizar el proceso de producción de la obra, o si se quiere el carácter reflexivo sobre el propio trabajo”, apunta Porter.


Las palabras del escritor Daniel Link, en la contratapa de “Condición de las flores” -“Lo fotográfico, dice Bellatin, no es del orden del registro, sino del encuadre”-, aplican también a las obras de esta concisa muestra de Porter. Es que la habitación quemada, las ramas carbonizadas, flores, piedras, la tierra no presentan relatos evidentes ni visitan acción alguna; son íntimas escenas compuestas por algo que ya no está.

En la selección de fotografías de los años ’90, las sombras propias tienen notorio protagonismo y se hallan cargadas de augurios ominosos; aún las floraciones que brotan en medio de un prado anuncian su fecha de vencimiento. En un acento acorde, las fotografías color también son escritura del desastre, pero en éstas los contrastes de luz son más notorios y abren un camino y subrayan texturas, acentúan el paso del tiempo. Por momentos, pesarosos resplandores -¿de un incendio?- enfatizan hojas, diseños en la piedra, ramas. En algunos sectores de las paredes, de un cuarto sucio lleno de unos pocos restos inútiles, el deterioro iniciado por el fuego dibuja floridos conjuntos y cascadas de formas, presididas por un pequeño e intacto crucifijo.

Con decenas de exhibiciones individuales y colectivas, varios libros publicados y residencias artísticas cursadas en su haber, Porter obtuvo la Beca Guggenheim (2002) y, entre otras distinciones, el Premio Petrobras-Buenos Aires Photo (2008), cuyo jurado integró esta cronista. Fue premiada la obra “Evita”, de la serie “Bruma”. Es una potente imagen casi surreal, y en gran formato, de un monumento de mármol a Eva Perón, decapitado por obra de vándalos -los mismos descabezaron y quitaron las manos a otro monumento dedicado a su esposo, que integra el cuadro en segundo plano- ubicado en el parque de la quinta de San Vicente donde ahora se hallan los restos de Juan Perón. Es interesante recordar esa visión ya que participa de una similar atmósfera de ausencia y destrucción que habita las fotografías de esta muestra; de todo su trabajo.

La preocupación del artista por la ruina y el aislamiento, por la pérdida y el dolor también informa el trabajo de “La ausencia” (2001-2002). Se trata de una serie de imágenes casi mínimas dedicada a parientes de las víctimas fatales y a fragmentos insignificantes de objetos que quedaron tras la voladura del edificio central de la Asociación Mutual Israelita Argentina, AMIA, en Buenos Aires. Ocurrió hace 20 años, el 18 de julio de 1994, cuando una bomba destruyó todo el edifico y mató a 85 personas; se sabe, los autores materiales e intelectuales (presumiblemente ligados al gobierno iraní) de la masacre continúan libres. La obra de Porter, incluso, interroga la violencia política y el odio planificado, desde la poesía. VV