jueves, 24 de julio de 2014

Las luces de Le Parc


“La noción del artista único e inspirado es anacrónica”, dice Julio Le Parc, artista que deslumbra al público con su exhibición en Malba-Fundación Costantini.

Por Victoria Verlichak

Aunque la crítica y el público lo vienen mimando desde hace años y su retrospectiva en 2013 en el Palais de Tokio de París fue, incluso, un rotundo éxito de público, el consagrado Julio Le Parc (Mendoza, 1928) ahora está más que feliz. Se siente profeta en su tierra, que dejó en 1958 cuando se instaló en París con una beca del gobierno francés.

Libre e inestable

Tras el homenaje que significó la inauguración del gran Espacio Cultural Julio Le Parc en Guaymallén (Mendoza) en 2012, este pionero del movimiento óptico y cinético internacional acaba de inaugurar “Le Parc Lumière - Obras cinéticas de Julio Le Parc en la Colección Daros Latinamerica”, en Malba-Fundación Costantini. Hace 14 años que Le Parc no tenía una gran muestra en Buenos Aires.


Durante la multitudinaria inauguración, los que se acercaron lo llamaban “maestro”, agradeciéndole su regocijante trabajo; el multipremiado (Gran Premio Internacional de Pintura en la Bienal de Venecia, 1966) artista sonreía, dejándose querer.

Trampas para el ojo y deleite sensorial en las espléndidas instalaciones que irradian movimiento y luminosidad. Precisamente, uno de los aspectos centrales de su producción es la investigación y alteración de la luz, que induce a la inestabilidad de la visión y desafía la mirada habitual.

“Le Parc Lumière…” gira alrededor de estas variaciones lumínicas, asombrando a los espectadores con la catarata de traviesos resplandores y la cadencia de incansables reflejos, que bailan en la penumbra y guían a los espectadores a través de las sombras de salas 3 y 5; al final de 900 m2 de travesía los visitantes, aún sorprendidos, salen maravillados.


La exhibición viene de Casa Daros de Río de Janeiro y fue concebida por Daros Latinamerica de Zurich; estas 17 instalaciones lumínicas históricas de Le Parc pertenecen a esa Colección. Casi todas las piezas fueron creadas en los años ‘60 y, en palabras del Hans-Michael Herzog -director artístico de Colección Daros Latinamerica y curador de esta muestra-, forman una “gran sinfonía de luz en movimiento”.

Käthe Walser, curadora técnica de esta exhibición, restauró cada una de las obras con la participación de Le Parc. Así se puede apreciar más ingenio que tecnología en los mecanismos inventados por el artista hace ya más de 50 años y que la sensible restauración no escondió. El conjunto exhibido, también con curaduría de Victoria Giraudo, cumple con la premisa del artista de sumar a la obra la decisiva participación del espectador, que se transforma en “sujeto de observación para otros espectadores”. De este modo las obras son tan abiertas y libres como los espectadores, que se mueven y modifican el entorno.

     

El ojo, punto de partida

El artista sostiene que “la noción del artista único e inspirado es anacrónica. (…) La obra, estable, única, definitiva, irreemplazable, va en contra de la evolución de nuestra época. Debe cesar la producción en exclusividad para el ojo culto”.

A su llegada a París, a fines de los años ´50, Le Parc se interesó en la exploración de la percepción a través del arte óptico, que crea la ilusión de movimiento por la repetición en serie de un mismo motivo plástico, por las sutiles variaciones en tamaño, forma o series en distintos fondos; entró en contacto con Victor Vasarely, Georges Vantongerloo.

Allí, en 1960, Le Parc fundó con otros artistas el Grupo de Investigación de Arte Visual, siguiendo con las exploraciones ópticas, incorporando luego el movimiento, haciendo suyo el compromiso -firmado con el Grupo- de cuestionar el papel del arte y del artista en la sociedad.

En diferentes espacios del museo se despliegan otras tres piezas de Le Parc, reeditadas con curaduría de Yamil Le Parc. Imponente, el gran móvil “Esfera amarilla” (2001-2014) hace bailar a las luces suspendido en el hall como “un gran sol argentino”. Los “Espejos” (1966-2013) llevados a otra escala se hallan en la pared lateral del 2° piso y “Láminas reflectoras” (1962-2013) se divisa en la terraza desde adentro de Malba.



Al 6/10, con catálogo de 240 páginas ilustrado.