Natalia Cacchiarelli (Bahía Blanca, 1971) estuvo en Artes combinadas con Victoria Verlichak el 13 de marzo, 2014; anunció su próxima muestra en The Mission Projects, en Chicago.
Las vibrantes líneas de las obras de Natalia Cacchiarelli trasuntan una simultánea apariencia de inestabilidad y de perfección. Crean mundos capaces de reavivar la mirada y liberar la mente y resumen una sencillez que no es tal. Las 12 nuevas piezas de la artista fueron exhibidas en galería Palatina, en paralelo a la colectiva “Geometrías: Desvíos y desmesuras” (Fundación OSDE), que subrayó el recuerdo de los 100 años de la aparición de las formas geométricas esenciales, marcada por el movimiento suprematista tras las ideas de Kazimir Malevich.
(…) Ajena a todo intento de representación, en sus obras Cacchiarelli indaga acerca de la naturaleza misma de la pintura.
“En mi trabajo se manifiestan dos constantes: obsesión y repetición, que devienen en orden, acumulación y asociación de elementos básicos”, señala la artista que comenzó a exhibir en la década del ’90, primero en su natal Bahía Blanca, y luego en espacios no convencionales de Buenos Aires como integrante del joven grupo ¢ (cero barrado).
Las composiciones geométricas de Cacchiarelli generan una presunta sensación de regularidad, con líneas que confluyen hacia el fondo del plano simulando profundidad y, al mismo tiempo, distorsionando deliberadamente su centro. La repetición en serie de un mismo motivo plástico, las sutiles variaciones en tamaño, forma o fondo, palpitantes colores, establecen una ilusión óptica, un diálogo retinal entre la obra y la mente del espectador que la reconstruye, condicionada por factores anímicos y culturales. Austeras, las impecables líneas, puntos, planos, cuadrículas, tramas, generan una ilusión de serena agitación de gran impacto sensorial. Cacchiarelli perfecciona el simulacro, afila los contornos y recrea vibraciones, que resultan en un inexplicable entusiasmo. V.V.
“Trabajo al máximo investigando sobre variaciones cromáticas y sobre la línea, sin querer significar nada”, dice. En su búsqueda de síntesis y experimentación la artista persiste en una pintura en el plano, que hace crecer la sensación de volumen y/o falsas perspectivas que resultan en efectos ópticos.
(…) Los colores tierras, azules, grises, turquesas, rojos, amarillos, se suceden con distinta cadencia e intensidad en cada una de las piezas pobladas de decenas de rayas y rayitas, líneas y puntos, perfiles y franjas, barras.
Las obras de esta serie, nuevamente, reflejan una estética de lo mínimo e interpelan al observador por su despliegue colorido, tan vivaz como sensible.
“En mi trabajo se manifiestan dos constantes: obsesión y repetición, que devienen en orden, acumulación y asociación de elementos básicos”, señala la artista que comenzó a exhibir en la década del ’90, primero en su natal Bahía Blanca, y luego en espacios no convencionales de Buenos Aires como integrante del joven grupo ¢ (cero barrado).
Las composiciones geométricas de Cacchiarelli generan una presunta sensación de regularidad, con líneas que confluyen hacia el fondo del plano simulando profundidad y, al mismo tiempo, distorsionando deliberadamente su centro. La repetición en serie de un mismo motivo plástico, las sutiles variaciones en tamaño, forma o fondo, palpitantes colores, establecen una ilusión óptica, un diálogo retinal entre la obra y la mente del espectador que la reconstruye, condicionada por factores anímicos y culturales. Austeras, las impecables líneas, puntos, planos, cuadrículas, tramas, generan una ilusión de serena agitación de gran impacto sensorial. Cacchiarelli perfecciona el simulacro, afila los contornos y recrea vibraciones, que resultan en un inexplicable entusiasmo. V.V.