Publicado en revista NOTICIAS, el 20 de septiembre, 2014.
Por Victoria Verlichak
Tres exposiciones en Fundación Proa representan integración y fusión entre lo antiguo y lo nuevo, como en “Lo Clásico en el Arte” y “Fabio Mauri”, que transita la relación entre memoria, arte e ideología; ambas curadas por Giacinto Di Pietrantonio. Por su parte, “Final del juego” es el inteligente homenaje a Julio Cortázar en el centenario de su nacimiento en Espacio Contemporáneo; exhibición abierta que, como la gran fachada de vidrio de Proa, invita a la interacción con los espectadores.Su propio camino

Intelectual comprometido con su tiempo, nacido durante el gobierno fascista de Benito Mussolini, Mauri emergió como artista durante la segunda posguerra y luego de tres años de mutismo e internaciones psiquiátricas, tras comprender con espanto que -a pesar del silencio incluso de su familia- muchos conocían el rumbo de segura muerte de sus compañeros judíos arrancados del colegio.
Su trabajo transita una profunda crítica a las ideologías totalitarias y explora las huellas de la Shoa. Enuncia su frustración por el fracaso de Europa, de Alemania, porque a pesar de su cultura, no supo, no quiso, detener las guerras del siglo XX; van en ese sentido las perturbadoras performances “Judía” e “Ideología y naturaleza” (en Auditorio) y la notable instalación “El Muro Occidental o de los Lamentos”, que con sus valijas sin destino puede ser leída en clave actual.
Antes de su tiempo

Quizás anticipando la importancia exasperada de los dispositivos con pantallas en la vida cotidiana actual, Mauri realizó sus primeras “pantallas” en 1957, al pintar de negro los bordes de hojas blancas y de sus telas monocromas; aquí en hierro, madera y tela con Letraset (palabras en alemán) se despliegan pantallas a manera de instalación: “¿Por qué un pensamiento contamina una habitación?”, interroga.
En “Intelectual”, el artista proyectó la película “El evangelio según San Mateo” (Pasolini, 1964) sobre el cuerpo del cineasta -vestido con camisa blanca y sentado en una silla en medio una galería-, convertido en pantalla. Inquietante propuesta que promueve a la reflexión. ¿El mundo es una gran pantalla y la realidad una proyección?


Fotos: Studio Fabio Mauri, Roma; cortesía Fundación Proa