lunes, 1 de septiembre de 2014

Crónica de una tragedia y retrato de una sociedad

Por Marina Oybin




Las fotografías de Mayra Martell tienen el extraño encanto de volver la ausencia potente presencia. Ensayo de la identidad reúne una serie de fotografías sutiles y -al tiempo- poderosas que Martell viene tomando desde 2005. Hoy sigue trabajando en este proyecto. Sus fotos son huellas, rastros de mujeres asesinadas, víctimas del femicidio y la trata de personas en Ciudad Juárez, Chihuahua, México. 

Martell nació y vivió en Ciudad Juárez hasta los 19 años. Estudió fotografía en EE.UU., Cuba y México. Cámara en mano, ya con 24 años, regresó y se acercó a las familias de las jóvenes desaparecidas. Habló con madres desesperadas, quebradas. Confiaron en ella: le mostraron fotos, álbumes, cuartos intactos desde la desaparición de sus hijas, cartas, camas vacías, ropa guardada con amorosa devoción que -dicen las madres- aún huelen a sus hijas. Este inolvidable ensayo fotográfico, que incluye además de fotos, videos, entrevistas con familiares de las víctimas y con presuntos homicidas es, sin vueltas, un documento sobre la memoria. 

Martell documentó 72 casos de mujeres jóvenes desaparecidas. De la mayoría, aún no se encontraron los cuerpos. En 2010, se halló una fosa común en las afueras de Ciudad Juárez con 24 cuerpos de jóvenes entre 14 y 20 años. Mientras trabajaba en su ensayo, la fotógrafa conoció a la familia de doce de aquellas mujeres: una serie de fotos sobre ellas se exhiben en esta muestra.

Entre la guerra de carteles, en 2009, Martell siguió su investigación sobre trata y femicidios. Cuando desapareció Diana Noraly Piaga, una chica de 16 años, la fotógrafa denunció a la policía ante los medios. Sin pausa, la siguieron, la amedrentaron, intentaron secuestrarla: Martell abandonó Ciudad Juárez y se fue a vivir al D.F.
 


Ensayo de la identidad es un caleidoscópico recorrido por la vida y los sueños de niñas y jóvenes desaparecidas. Son imágenes simbólicamente potentes. Condensan vidas truncadas, generan un efecto fronterizo entre pasado y futuro. Entre la vida, pura potencia que se asoma, y el dolor inenarrable que vendrá. Son puñaladas que interpela. Al ver las fotografías es imposible evitar preguntarse qué hubiera sido de esas mujeres o de las nenas que aún jugaban con muñecas en casas humildes.


Hipnóticas, las fotos logran transformar la cruda ausencia en intensa presencia. Los álbumes familiares, los cuartos prolijamente conservados - por años - a la espera de quien nunca regresará, la ropa lavada y tendida sobre las camas, los acolchados, los diarios, los últimos escritos y deseos: son crónica de una tragedia y retrato de una sociedad.